Hace unos
meses tuve la suerte de ir con Lolo Sainz a impartir una sesión sobre equipos
de alto rendimiento a Zaragoza. Estos talleres tienen dos partes, una primera en
la que a través de la increíble experiencia de Lolo en los banquillos
desgranamos las claves de los equipos de alto rendimiento, y después una
segunda en la que los participantes viven la experiencia de ser entrenados por
una leyenda del basket.
En esta
ocasión la parte de cancha la hicimos en el estupendo pabellón del CAI de
Zaragoza, y tuvimos la visita del entrenador del CAI, Joaquín Ruíz Lorente.
Me
sorprendió muy gratamente conocer a un sólido profesional, que ama el
baloncesto, y que lleva la humildad como bandera. Algo que cada vez admiro más.
Lejos de resubirse por los focos de su cancha, se mostró cercano y compartió
con nosotros sus experiencias y una de las mejores anécdotas sobre baloncesto
que he oído, y que no tengo por menos que compartir con vosotros:
Cuando Joaquín
era niño su ídolo era Corbalán. Veía todos los partidos que podía y siempre que
iba a jugar a Zaragoza hacía lo posible para ir a verle. Un día se armó de
valor y decidió escribir a Corbalán para pedirle que si en su siguiente visita
a Zaragoza podía acercarse a su hotel
para que le firmara un autógrafo.
Cuál fue la
sorpresa de Joaquín cuando recibió en su casa una camiseta de entrenamiento del
Real Madrid, de las que eran reversibles de dos colores, firmada por el gran
capitán.
A partir de
ese día el actual entrenador del CAI se hizo un fijo cada vez que el Madrid
jugaba en la capital aragonesa, visitando el hotel de la concentración y
saludando siempre que podía al capitán blanco.
Poco a poco
Joaquín fue creciendo y su pasión por el baloncesto lo llevaron a jugar en las
categorías inferiores del CAI de Zaragoza, y un día el sueño de todo niño se
cumplió y formó parte de la plantilla del primer equipo de su ciudad como base.
El inicio de una andadura que le llevaría a jugar 18 temporadas en la máxima
categoría.
Es esa
temporada, llegó el momento de que el CAI tuviera que viajar a la capital para
jugar contra el Real Madrid. Joaquín nunca viajaba con el equipo porque era el
jugador más junior y apenas jugaba. Pero en esta ocasión uno de sus compañeros
le dijo al por aquel entonces entrenador Pepe Laso, que tenía una increíble
admiración por Corbalán. Y decidió convocarle.
El partido
contra el Madrid no fue como les hubiera gustado a los maños y a falta de dos
minutos perdían de veinte. En ese momento Pepe Laso tuvo un gran detalle con el
joven Joaquín, y acercándose a él le dijo “Cámbiate que sales. Ahí tienes a tu
ídolo. Disfrútalo”.
El joven
Joaquín no daba crédito a los que le estaba pasando y casi tropezándose salto a
la cancha para cumplir el gran sueño de poder jugar con Corbalán en el campo
del Real Madrid.
En su
primera jugada los nervios le traicionaron y se botó el balón en el pie
perdiéndolo. Trató de reponerse y en el siguiente ataque y subiendo el balón se
encontró de frente a su ídolo. Corbalán, que le había reconocido, tuvo un
increíble gesto y le dijo “Entra que te dejo”.
¿¡¿¡Entra
que te dejo!?!? Joaquín estaba desconcertado. ¿Sería verdad? ¿Se quería reír de
él? El joven base se armó de valor y penetró con decisión hacia la canasta
blanca. Su defensor, Corbalán, hizo un elegante pero inútil movimiento para
cubrirle dejándole así anotar su primera canasta contra el Real Madrid.
“¡Nunca me
alegrado tanto de una derrota de mi equipo!” añadía Joaquín Ruíz Lorente para
terminar su fantástica anécdota.
Da gusto
encontrar gente que vive sus éxitos desde la sencillez, porque sin duda la
humildad hace grandes a los buenos profesionales.