El reciente fallecimiento de D. Luis Molowny me ha traido a la mente un artículo que publiqué años atrás en la revista Mediapunta, que reproduzco íntegamente. Molowny, un entrenador con "Don".
Entrenadores, hay muchos. Los hay nacionales y extranjeros, estrictos y flexibles, de la casa y de talonario, vehementes y fríos, científicos y verborreicos… Sin embargo, la característica que los clasifica en una taxonomía definitiva es la confianza. La confianza es una esperanza firme que se tiene en una persona. A mi parecer, la máxima expresión de la confianza en el fútbol nacional ha sido Luis Molowny.
La carrera como entrenador de Luis Molowny estuvo precedida por su brillante andadura como jugador. Con sólo veintiún años, en 1946, es traspasado del Marino de Las Palmas al Real Madrid en una operación audaz del club blanco. Don Santiago Bernabéu, tras leer en “La Vanguardia” el interés del F.C. Barcelona por el jugador, envió en avión a Quincoces a las islas para, de esta forma, adelantarse a la delegación del Barça, que viajaba en barco, y hacerse con los servicios del jugador canario. “El Mangas”, apodado de esta manera por cogerse el extremo de la zamarra con los puños (hay quien dice que para protegerse del frío mesetario capitalino), era un extremo exquisito que suplía su limitada velocidad con una técnica depurada y un extraordinario regate. Con el Madrid, conquistó dos Copas de Europa, tres Ligas y una Copa del Rey. Fue internacional en 7 ocasiones, representando a España en el Mundial de Brasil 1950. En 1957 es traspasado a la U.D. Las Palmas donde colgaría las botas tres años después.
Analizando su figura con la perspectiva del tiempo, Don Luis con toda probabilidad ponía en práctica con éxito una de las teorías de mayor calado que explican la formación de grupos humanos: el contrato social. En el universo del vestuario, Molowny establecía un compromiso entre personas. Aquellos pactos sociales no parecían estar basados en el sometimiento a una autoridad superior, sino en la cooperación de iguales que desempeñan distintos roles para lograr el bien común. El filósofo francés Rousseau defendió que el vínculo en el contrato social no se hallaba en la fuerza o la sumisión, por el contrario, los hombres voluntariamente se someten a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores. Supongo que, en este controvertido tema de la motivación y la dirección de personas, las teorías fundamentales están establecidas muchos años atrás, y puestas en práctica con éxito en todos los ámbitos de aplicación, incluido el fútbol. Molowny, impulsado por su liderazgo humano, generaba confianza en los aficionados y motivaba al vestuario para alcanzar sus objetivos. Considero que, en esencia, esa es la tarea del entrenador. Parece que hay muchos que lo han olvidado.
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