Hace unas semanas escribía un post sobre los padres de los deportistas, y cómo su ejemplo marcaba y condicionaba su desarrollo, de igual forma que el “walking the talk” de los líderes, que dicen los anglosajones, determina el comportamiento de sus equipos.
Hoy ha caído en mis manos, gracias a mis estupendas vacaciones en la costa murciana, el suplemento del periódico La Opinión. En él he encontrado un artículo sobre las madres de cinco jugadores del Barça: Messi, Xavi, Piqué, Iniesta y Valdés, que me ha parecido muy interesante porque evidencia algunas de las características fundamentales del liderazgo femenino.
Prácticamente todas ellas se han tenido que enfrentar a una de las decisiones más duras para una madre: separarse de sus hijos, en este caso a una edad muy temprana para que ellos pudieran vivir un sueño de dudoso final en aquel momento. La madre de Piqué dejó, y apoyó, a su hijo para que con 17 años se fuera al Manchester así como la de Iniesta tuvo que decidir si lo mejor para su hijo era irse a vivir con 14 años a la Massía (desde Albacete) para poder ser futbolista.
El caso de la madre de Valdés fue mucho más duró ya que dejó a su hijo con 10 años en la Massía, mientras que toda la familia, por motivos del trabajo del padre, se trasladó a Tenerife. Aunque le iban a ver todos los meses varias veces, Victor sufría y lloraba mucho cada vez que tenía que separarse de sus padres, por lo que antes de un año Valdés se fue a vivir a Canarias con su familia. A los 13 años Víctor decidió volver de nuevo a la Massía tras ver un reportaje de sus compañeros en la televisión.
Ahora que tanto hablamos en la empresa de la necesidad de dar autonomía a los profesionales para que sean capaces de implicarse, de lo importante de hacer ‘empowerment’, de delegar, de dar espacio para que las personas de un equipo puedan desarrollarse plenamente, el ejemplo de estas madres me parece terriblemente importante. Cuando hay jefes que nos son capaces de dejar que sus equipos tomen la menor decisión, que les asfixian diciéndoles cada minuto lo que tienen que hacer, sin dejarles espacio para que aporten e impidiéndoles crecer, estas madres, con una materia tan sensible como sus propios hijos son un ejemplo de la generosidad y la confianza que tenemos que ser capaces de desarrollar para convertirnos en verdaderos líderes.
La madre de Piqué dice en la entrevista que ella sabía que Gerard podía conseguir afrontar el gran reto de vivir en otro país, lejos de su familia, con un montón de gente extraña, porque es una persona muy extrovertida y emocionalmente fuerte, que puede afrontar situaciones complicadas aun pasándolo mal, “A mi otro hijo le hubiera sido casi imposible hacerlo”, reconoce Montserrat Bernabéu.
Este es otro estupendo ejemplo de otras de las cualidades del liderazgo femenino, que en este caso los varones deberíamos entrenar mucho más: la empatía y la capacidad de conocer la parte más “soft” de las personas. Es importante conocer las capacidades emocionales de nuestras personas para ser capaces de entender como motivarles, como orientarles y como dirigirles. Muchos profesionales tienen fracasos en sus trabajos porque ha habido muchos jefes que no han sabido leer su personalidad y les han hecho enfrentarse a retos para los que no estaban preparados.
No sólo lo que luce es importante, y el ejemplo de estas madres capaces de dejar a sus hijos vivir su propio sueño, renunciando y sacrificándose, apoyándoles con una palabra o una sonrisa a tiempo, es un ejemplo del que sin duda tenemos mucho que aprender todos los que lideramos un equipo.
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