Lituania. Primer rival de entidad de España. Fue aniquilada en una primera parte memorable que quedará para el recuerdo con una exhibición superlativa de baloncesto tanto en ataque (62 puntos) como en defensa (encajando 36 puntos ante una de las grandes favoritas al oro). España rozó la perfección con una memorable actuación a la altura de la final olímpica de Pekín 2008 y la de Japón 2008. Con dos apuntes: en China se puso en jaque a la renovada versión de EE.UU. y en el Mundial se hizo sin Pau. Da igual. El show de España ante Lituania fue para enmarcar. Justo cuando se cumplen #cincoañosdeloro.
Fue el primer gran test ante un rival que aspira a todo. Y España respondió por todo lo alto. Cuanto mayor es la exigencia, mayor es la respuesta: salió enchufada desde el calentamiento (no como ante Polonia y Portugal, rivales infinitamente inferiores) y dio una auténtica lección de juego en equipo, esfuerzo colectivo, sacrificio, compromiso, ayuda al compañero, compenetración e implicación.
Fue todo un puñetazo en la mesa. Un mensaje a los rivales. España activó el modo campeón. Y lo hizo sin tener que recurrir a Pau en el primer cuarto. Otros referentes, como Calderón, asumieron un rol mayor. Se crecieron. Y se vinieron arriba.Y las rotaciones mantuvieron el nivel. Todos sumaron. Llull lo resumió a la perfección tras el partido: "Aquí todos sabemos cual es nuestro rol y lo que es importante es que los actores secundarios cada vez estamos sumando más y vamos ayudando".
Y entre la euforia colectiva por el clinic baloncestístico que pudo acabar en sangría de puntos, apareció la mesura. El mensaje del equipo, del gupo, fue único, alto y claro y perfectamente puede estar resumido en las palabras de Scariolo: "Hemos jugado muy bien pero no hay que ceder a la euforia. Lo importante es que este es un grupo muy cohesionado y en el que todos estamos muy enganchados"
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