Tras leer detenidamente su columna, creo que Luís Sancho tenía razón y que tiene muchas reflexiones que nos pueden ser interesante cuando hablamos de identificar y gestionar adecuadamente el talento joven en nuestras organizaciones:
- “Yo no sé si Canales acabará fichando o no por el Madrid. O por cualquier otro grande-grande. Lo único que deseo, siendo tan joven, es que no lo estropeen”: Una reflexión seguro compartida por muchos aficionados del fútbol que hemos visto muchos casos de jóvenes promesas que se han convertido en juguetes rotos por sucumbir a la ambición o al rodillo de los grandes clubs. Esta circunstancia también se ha dado en el mercado laboral, por ejemplo a principios de los 2000 cuando a cualquier recién licenciado en informática se le ofrecía un sueldo millonario por sus servicios de programador. Cuando la burbuja explotó, la mayoría de ellos perdieron su puesto de trabajo y tuvieron que “digerir” la normalización de sus salarios con un gran coste emocional. Es muy difícil hacer un buen profesional, y muy fácil convertirlo en un mal empleado.
- “A los 18 años has de aprender tanto, como persona y como futbolista, que si desembarcas en un grande demasiado pronto tu equipaje es tan corto que las mochilas más pesadas de los que te rodean te dejan absolutamente atrás”: Los jóvenes son muy influenciables y el equipo en el que tienen que trabajar determina en gran medida su éxito o su trabajo. Para un futbolista de 18 compartir vestuario con sus ídolos como Cristiano Ronaldo o Kaka, cobrar un sueldo millonario o estar todos los días en los medios es un sueño muy difícil de asimilar. Coincido plenamente con la reflexión de Cruyff en el sentido que para ser un buen profesional, primero hay que ser persona. Si muchos de los directivos de las organizaciones, con un poder, económico y real, infinitamente más limitado del que adquiriría Canales en el Real Madrid, pierden el norte con facilidad y se creen lo que no son, que se puede esperar de un niño. Los principios y valores, son los cimientos de la persona. Si la base es endeble, el árbol crecerá torcido, por mucho abono que le echemos.
- “El fútbol es una carrera corta, pero no tanto. Si tienes calidad a los 18 y haces las cosas bien, tienes un montón de años por delante. A los 18 años no necesitas muchos ceros en la nómina”: Como sabéis hablamos mucho del cortoplacismo en este blog, es uno de los grandes enemigos de nuestra sociedad. Lo queremos todo ya: el éxito, el sueldo, la notoriedad… todo. Y si no lo conseguimos en seguida, somos unos fracasados o unos ilusos. Hay otra forma de hacer las cosas. El dinero no es lo único, no garantiza la felicidad, ni tampoco el conseguir los objetivos. Qué gran ejemplo de cómo afrontar una carrera con visión de futuro es Nadal. Cómo su familia, su entrenador han conseguido construir una buena base, con fuertes valores, que le han permitido no deslumbrarse por su fulgurante éxito, y saber afrontar las vacas flacas con humildad, tenacidad y entrega.
- “El fútbol será todo lo profesional que queramos, pero aún firmando un contrato profesional, la edad es la que es y la formación es fundamental”: A los jóvenes hay que darles oportunidades, hay que apostar por ellos. Pero para que puedan aprovecharlas es necesario que les demos los medios necesarios. La formación es una herramienta fundamental como dice el holandés, pero no pensemos sólo en los talleres que organiza Recursos Humanos, el rol del jefe es el determinante. ¿Nuestros directivos están preparados para formar y desarrollar a las nuevas generaciones que llegan a hoy a nuestras organizaciones? ¿Comprenden sus motivaciones? ¿Sus expectativas? Un buen líder puede conseguir oro con una buena material prima, como ha sido el caso de Aito García Reneses con Ricky Rubio en el Jouventut, en cambio un mal jefe, como un mal profesor, es capaz de convertir a la mejor de las promesas en el empleado más gris.
¿Están nuestras organizaciones preparadas para las nuevas generaciones?
9 comentarios:
Buen post, Eugenio. Lo hemos dicho muchas veces: en un campeón, la calidad "técnica" debe ir acompañada de la calidad "humana". 1 abrazo.
Muchas gracias por tomar nota y publicar vuestra opinión al respecto. La verdad es que es una circunstancia muy delicada que ocurre muchas veces en el mundo de la empresa convencional; la gestión del talento emergente ha sido siempre una asignatura pendiente para jefes y responsables de personal. Creo que hay muchos casos de éxito en grandes clubes, pero hay que recordar que muchos de ellos llegaron procedentes de la cantera, donde se gestionaba adecuadamente su progresión hasta hacerles debutar en el primer equipo en el momento adecuado (Raúl, Messi, Iniesta, ...).
Otros sí que son casos más similares, en los que llegaron a un club con menos de 20 años y les tocó compartir banquillo con grandes estrellas (Aguero, Cristiano, Rooney, Cesc ...), y que, con una adecuada gestión de su paso a la titularidad y su creciente ego, han sido rotundos éxitos en sus respectivos equipos. Aunque también está el caso de las grandes decepciones (Reyes, Bojan, Guti, Owen, Robinho, ...), a los que igual se les dio más bola de la que eran capaces de gestionar.
En este momento, aparte de Canales y Osvaldo, tenemos el caso de Iker Muniain, jovencísimo jugador del Athletic de Bilbao, en una situación similar, subido a los altares en las primeras jornadas aunque eclipsado ahora por la joven estrella cántabra. En mi opinión, no veo gran problema en la fórmula que ofrece el Real Madrid para el fichaje de Canales; se le ficha ahora y se le cede durante año y medio con opción a más, con el fin de que se curta en un equipo de nivel medio en la máxima categoría donde jugará muchos minutos y se evitará así el problema de la adaptación a un grande tan jóven. Tan sólo ha jugado unos partidos de titular en Santander, tiene que conocer lo que es un vestuario de primera y convertirse en un líder allí antes desembarcar en la caseta de un monstruo lleno de estrellas como es el Real Madrid.
Mientras tanto, su familia tiene que estar a su lado, gestionar su crecimiento y evitar que el éxito se le suba a la cabeza y cometa estupideces o excesos que, muy a menudo, destrozan carreras y vidas en un santiamén. Miguel Angel Portugal, su actual entrenador, también será clave en su progresión, controlando a conciencia sus minutos y su protagonismo en el campo; si os acordáis, Javier Aguirre hizo ese trabajo a la perfección con el "Kun" Agüero.
Hola,
Buen comentario de Luis, y fundamentado en el conocimiento. Sin embargo, creo, Luis, que algunos de los futbolistas que listas como decepciones, aún están en formación (Bojan), o como el caso de Owen, en realidad cuando vino al Real Madrid ya era una estrella reconocida en el mundo del fútbol...
Dos comentarios adicionales. En primer lugar, la importancia de los compañeros en esta formación (además del entrenador, claro, pero eso está como más manido). Creo que aquí Munitis y Colsa están haciendo un buen trabajo... La veteranía bien entendida es fundamental (y no suele). Pro ejemplo, para la transmisión de la cultura y habilitar un mentoring informal.
En segundo lugar, quiero recordar el caso de Julen Guerrero, que se me antoja parecido por lo fulgurante. Vaya por delante que era un jugador notable, con buen disparo, llegada, y goleador. Sin embargo, desde mi punto de vista, con él no se cumplieron las expectativas iniciales. Se barajó su marcha a Italia, al Madrid de Valdano… y al final se quedó en la Catedral con un contrato vitalicio (12 temporadas!!!). Y se apagó. Cuando aún le quedaban por vivir los que suelen ser los mejores años como futbolista…
Los veteranos son fundamentales como apunta Ricardo, en el deporte o en la empresa, porque son los que encauzan o vician a las nuevas incorporaciones.
Si tiene claro su rol pueden apoyar, si se sienten agredidos por los nuevos que "vienen pegando" es posible que pongan muchos palos en las ruedas. Fútbolísticamente siempre se ha dicho que las vacas sagradas del Real Madrid han jugado ese papel, no dejando que ninguno de los nuevos "destaque! más de la cuenta. En la empresa hay más casos de "colimillo retorcido" que piojos.
¿ Todas esas reflexiones valdrían igual si estuvieras en Argentina o Brasil o por citar sólo dos ejemplos ?
Generalizar nunca es bueno, pero en estos casos de la edad, menos. El problema radica en los padres o los Representantes y observan que su hijo o su representado hacen 2 partidos buenos. Automáticamente exigen como profesionales consagrados o como un estrella en ciernes, cuando sencillamente son y serán jugadores normales. ( Véase padre de Jefren en el F.C. Barcelona. Es y será un jugador normal, pero el padre va con exigencias de tener un hijo que será una estrella en ciernes )
Me paro a comentar en el primer punto. Ya sé que dice “sucumbir a la ambición”, pero parece dejarse caer (y en todo el artículo) que los jugadores son marionetas en manos de los grandes clubs. ¿Es que no tienen voluntad propia? ¿Dónde está la reponsabililidad individual? ¿Es que no saben que con 17 ó 18 años, sólo unos pocos elegidos triunfan y juegan? Y como dice el comentario anterior, muchas veces los representantes, o simplemente los tutores legales son los padres. La comparación del juguete roto de un futbolista profesional (sueldazos de aupa en comparación con un trabajador normal, sin necesidad de estar en la superelite) con los informáticos me parece artificiosa y fuera de lugar (porque no tiene nada que ver con el caso). El mundo del deporte profesional no tiene nada que ver con el mundo laboral “normal”, y menos áun me lógico parece tomar el ejemplo de Nadal, como en el tercer punto. Nadal, porque ese caso es precisamente la excepción. También llegan a ser grandes personas con entornos o personalidades excesivas, excéntricas, incluso problemáticas o no ejemplares. Se me ocurre Valentino Rossi, o McEnroe, si es por seguir con el tenis. Bueno, Nadal como ejemplo de lo “ideal”, seguramente sí vale, pero igual conviene ser algo más terrenal y realista, si el objetivo es que el juguete no se rompa.
Decir que no se desea que se estropee un joven es obvio. Si es por desear, yo no deseo el mal de nadie (o casi nadie, en el caso de hijoputa, en el mejor de los casos me daría igual). No es que no esté de acuerdo con lo esencial del artículo, pero me parece algo desenfocado, como apuntando y no atreviéndose a señalar directamente con el dedo, incluso ingenuamente idealista. Soñar con la perfección es bonito, eso sí. Y no lo digo irónicamente.
Y por último, no me gusta nada ese “sociedad” y ese plural usado en el tercer punto, como si fuéramos todos una sola entidad. Por aquello que decía de la responsabilidad propia. Y por la misma razón, no entiendo qué plantea la pregunta final.
Gallina de piel…… Cuando Johan habla de fútbol, y más todavía de futbolistas, “chitón” y amén.
Os recomiendo el libro “Mis futbolistas y yo”……para los que os guste el fútbol, una delicia.
Todo depende de la cabeza que tenga cada persona hay algunos que con 17 años tienen mucha mas cabeza que gente que con 40 que la tiene llega de pajaros.
Me parece muy bonito esto pero te pregunto ¿porque no pensamos igual con los jugadores extranjeros? que no solo juegan en los equipos importantes de sus paises con 16 ó 17 años sino que llegan a los grandes de Europa exigiendoles que lo hagan todo bien desde el principio y encima no se les va la cabeza.
Si eres bueno y tienes la cabeza en su sitio porque no vas a jugar en un equipo grande y encima ser un jugador importante a nivel mundial tambien hay muchos ejemplos.
@Ricardo: la verdad es que tienes razón, los compañeros, en especial los veteranos, tienen un papel importantísimo también en la formación de estos chavales, siempre que sean capaces de frenar sus ambiciones y ponerle en su sitio. El problema es que hay determinados veteranos que tienen objetivos distintos y no tan nobles para con los jugadores jóvenes, como apunta Alfonso. Es verdad que me he precipiatdo con alguno de los casos, pero es que no se me ocurrían otros que sí encajan.
@J: yo opino que el deporte profesional tiene más similitudes con el mundo laboral "normal" de las que crees. Es más, creo que, al ser un universo tan público, se puede aprender mucho de cara a nuestra propia progresión profesional.
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