jueves, 18 de febrero de 2010

Molowny y el contrato social


El reciente fallecimiento de D. Luis Molowny me ha traido a la mente un artículo que publiqué años atrás en la revista Mediapunta, que reproduzco íntegamente. Molowny, un entrenador con "Don".
Entrenadores, hay muchos. Los hay nacionales y extranjeros, estrictos y flexibles, de la casa y de talonario, vehementes y fríos, científicos y verborreicos… Sin embargo, la característica que los clasifica en una taxonomía definitiva es la confianza. La confianza es una esperanza firme que se tiene en una persona. A mi parecer, la máxima expresión de la confianza en el fútbol nacional ha sido Luis Molowny.
La confianza en Don Luis, la heredé de mi abuelo. No recuerdo con exactitud en cuál de las sucesivas crisis que vivió el Real Madrid en los años setenta u ochenta, mi abuelo pronunció una frase concluyente: “Esto lo arregla Molowny”. No puedo precisar si el técnico canario fue capaz de enderezar la situación, pero, a la vista de su palmarés como técnico, estoy seguro de que fue así.
La carrera como entrenador de Luis Molowny estuvo precedida por su brillante andadura como jugador. Con sólo veintiún años, en 1946, es traspasado del Marino de Las Palmas al Real Madrid en una operación audaz del club blanco. Don Santiago Bernabéu, tras leer en “La Vanguardia” el interés del F.C. Barcelona por el jugador, envió en avión a Quincoces a las islas para, de esta forma, adelantarse a la delegación del Barça, que viajaba en barco, y hacerse con los servicios del jugador canario. “El Mangas”, apodado de esta manera por cogerse el extremo de la zamarra con los puños (hay quien dice que para protegerse del frío mesetario capitalino), era un extremo exquisito que suplía su limitada velocidad con una técnica depurada y un extraordinario regate. Con el Madrid, conquistó dos Copas de Europa, tres Ligas y una Copa del Rey. Fue internacional en 7 ocasiones, representando a España en el Mundial de Brasil 1950. En 1957 es traspasado a la U.D. Las Palmas donde colgaría las botas tres años después.
Tras entrenar en diversas ocasiones al conjunto canario hasta 1970, periodo en el que el club amarillo vive su mayor esplendor, conquistando un subcampeonato de Liga, recala en el cuerpo técnico del Real Madrid. En la Casa Blanca, a lo largo de distintas etapas, dirige a la primera plantilla sustituyendo de forma puntual o semipermanente a los entrenadores “titulares” Miguel Muñoz, Miljan Miljanic, Bujadin Boskov y Amancio Amaro. En este periodo, que comienza en 1974 y concluye en 1986, Molowny dirige más de cien partidos y conquista tres ligas, dos Copas del Rey y dos Copas de la UEFA.
Durante estos años, “El Mangas” tomaba las riendas del equipo tras una derrota más o menos humillante (como la que propició la salida de Don Miguel Muñoz de Chamartín tras el 0-5 del Barça de Cruyff), y reconducía la errática situación para lograr algún título a final de temporada. En algunas ocasiones, la temporada siguiente era reemplazado sin más, en otras, continuaba una temporada completa si no se encontraban opciones más “atractivas”. De esta manera se convirtió en el paradigma de “hombre de la casa”. El arquetipo de la confianza.
Analizando su figura con la perspectiva del tiempo, Don Luis con toda probabilidad ponía en práctica con éxito una de las teorías de mayor calado que explican la formación de grupos humanos: el contrato social. En el universo del vestuario, Molowny establecía un compromiso entre personas. Aquellos pactos sociales no parecían estar basados en el sometimiento a una autoridad superior, sino en la cooperación de iguales que desempeñan distintos roles para lograr el bien común. El filósofo francés Rousseau defendió que el vínculo en el contrato social no se hallaba en la fuerza o la sumisión, por el contrario, los hombres voluntariamente se someten a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores. Supongo que, en este controvertido tema de la motivación y la dirección de personas, las teorías fundamentales están establecidas muchos años atrás, y puestas en práctica con éxito en todos los ámbitos de aplicación, incluido el fútbol. Molowny, impulsado por su liderazgo humano, generaba confianza en los aficionados y motivaba al vestuario para alcanzar sus objetivos. Considero que, en esencia, esa es la tarea del entrenador. Parece que hay muchos que lo han olvidado.

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