viernes, 27 de mayo de 2011

Corresponsales AdP: Wembley. Segunda parte por José Carlos Carrasquet

Hace pocos días se conmemoró el 19 aniversario de la consecución de la primera Copa de Europa en Wembley por parte del F.C. Barcelona. Para muchos culés, entre los que me incluyo, fue el primer gran éxito vivido por el equipo. Hasta la fecha, habíamos subsistido a base de Recopas, Copas del Rey, y alguna que otra Liga aquí y allá que celebrábamos como los mayores éxitos conseguidos. Ya no hablemos de aquellos que nos recordaban las Copas de Feria, la Copa Ibérica, y otras competiciones ya extintas, que a los de mi generación les sonaban a tiempos muy, muy lejanos, a NoDo y a películas en blanco y negro.

Todavía recuerdo como viví ese partido, sentado en el sofá de casa, con mi padre, y con el miedo en el cuerpo de que se repitiera el fatal desenlace de Sevilla. Mi padre aún iba más allá, y se acordaba de Berna, el Benfica, y los famosos postes. Y es que en eso si que estábamos unidos esas dos generaciones de culés. El miedo al fracaso, a la derrota, nos atenazaba. Éramos pesimistas por naturaleza, y ante cualquier adversidad ya veíamos imposible la consecución del objetivo. Recuerdo, que con el 0-0 final fui incapaz de aguantar la tensión, y buceando por los diferentes canales del mando (no tantos como ahora), me topé con el combate final de.. Rocky III!!!. Y allí me quedé, bueno, nos quedamos, viendo a Silvester Stallone y Mister T, dándose mamporros, mientras Barça y Samporia disputaban la prórroga. Y de repente, gritos por el patio de luces, follón en la calle, saltos del Sr Guillem, socio culé que vivía justo encima de nosotros...y... Gooool de Koeman. Papa.., cambia, cambia!!!!!.. Y allí, casi de rodillas, vimos la repetición. El zambobazo del holandés, las carreras de celebración hacia la banda, a Cruyff enganchándose el pié con la valla publicitaria. Al pobre Juan Carlos con la cabeza casi fuera de sitio por el codazo que le pegó Nando en la piña de celebración. Y allí seguimos, entonces ya todos, mi madre y mi hermana se unieron a los 10 minutos finales. Allí estábamos todos apretujados en el sofá, contando los minutos, deseando que aquel calvo, Lombardo se llamaba, parará de correr por la banda, mirando el reloj, pidiéndole al árbitro que pitará ya, aunque quedaran todavía cinco minutos para acabar.

Y pitó…. Por fin teníamos un título. EL TÍTULO. Por fin dos generaciones de culés que lo habían visto pasar tan cerca conseguían su anhelado objetivo. Yo me olvidé de los penaltys de Sevilla, y del maldito Duckadam. Mi padre de los postes cuadrados de aquella portería. Aquello ya no contaba, era pasado. Éramos Campeones de Europa.

Creo que esa falta fabricada entre Bakero, Stoichcov y Koeman, es el punto culminante de la historia del Barça. Hay otros, la final de Basilea, el Barça de les Cinc Copes...... Pero ningún momento hasta aquel día ha sido tan trascendental para el devenir futuro del club. Fue la constatación de un modelo que aun perdura, fue la implantación de un sistema de juego, que con variantes, sigue vigente, fue la liberación de una tensión mal entendida, que hizo, que a partir de entonces el club dejará de lado sus complejos, y viéndose ya con un título mayor asumiera sin dudas la grandeza que por historia, afición y ambición se le suponía. Fue en definitiva, un giro profundo en la dinámica del club. Giro que le ha llevadao a que este sábado, después de la consecución de dos Copas de Europa más, volvamos a estar en Wembley disputando una nueva final.

Una nueva final, que volveré a ver en el sofá de casa, esta vez con mis hijos, que no entienden lo que les explico. Que no entienden de derrotas. Que no entienden que yo tenga miedo a perderla. Papá!!!.. Si siempre ganamos!!!!... Ese es el máximo logro del gol de Koeman. La gestación de una generación de ganadores, que no sufre por la derrota, que la ve como un accidente, y que afronta cualquier competición desde el que sabe que la va a conseguir. Y ese es el primer paso para lograrlo.

martes, 24 de mayo de 2011

¡Todos los partidos valen 3 puntos!



Todos los años vivimos la misma situación. En las últimas 8 jornadas un grupo amplio, por término general, de equipos de fútbol luchan por evitar el descenso a la categoría de plata.



En esos últimos partidos contemplamos enfrentamientos realmente sorprendentes, de aquellos que, durante la mayor parte de la liga regular, han protagonizado partidos totalmente desprovistos de ganas, de lucha, de entrega y han dejado escapar puntos valiosísimos, y en muchos casos determinantes, para no llegar a los últimos partidos, en situación de riesgo.


La entrega, la pasión, la fuerza que vemos en esos partidos, sin duda habría sido fundamental para evitar los dramas de los últimos momentos. Y es que todos saben que, entre jugar en primera o segunda división, puede estar la supervivencia del puesto de trabajo para los profesionales, e incluso de la viabilidad económica para los Clubs.


Siendo así ¿Por qué dejan todo para el final? ¿Es esto una característica del fútbol?


Sin duda la respuesta es NO, en muchos ámbitos de la vida, tanto en términos empresariales, como personales, nos dejamos llevar por el día a día y cuando tomamos conciencia de que se aproxima, la entrega de los objetivos, los exámenes, la necesidad de hacer las reservas para irnos de vacaciones,… en muchos casos ya es demasiado tarde.


¿Qué hacer para que jugadores, entrenadores, directivos e incluso aficionados, tomen conciencia de la necesidad de tomar decisiones enérgicas, firmes, ante actitudes inmaduras, de algunos jugadores y entrenadores que se motivan tan sólo cuando juegan con grandes equipos? Realmente su liga es otra. En esa liga, es donde deben dar todo lo que tienen dentro, y donde se debe demostrar todo el saber hacer de los entrenadores y directivos.


No es verdad cuando se dice que la liga se gana o se pierde los ocho últimos partidos, es cierto pero no es verdad, la liga se pierde o se gana en la primera vuelta y en la regularidad, en la entrega y en el esfuerzo.


Un partido lo pierde cualquiera, sin duda eso es una realidad, pero cada partido se debe vivir como una final, se debe preparar como una final, no se puede permitir, la falta de rendimiento, la falta de entrega, la falta de concentración, hay que tomar medidas inmediatamente. Eso es lo que marca la diferencia.


La lucha que se produce en los últimos partidos ¿no se puede producir en los primeros? ¿Y en todos? Realmente es un fraude, los 38 partidos de la liga valen lo mismo, y ninguno se puede dar por ganado o por perdido. Y ese esfuerzo que se es capaz de dar en los últimos partidos, esa pasión con la que se viven las últimas jornadas, nos demuestran que los equipos podían haber hecho mucho más y probablemente algunos se habrían salvado, si hubieran empezado antes a tomar conciencia de la gravedad y seriedad que merecen todos los partidos.


No es serio señores, miles de aficionados, cientos de miles, sufren todos los años, sin saber qué hacer ante actitudes carentes de profesionalidad de muchos jugadores, entrenadores y directivos que desde luego no se merecen el afecto y admiración que los aficionados les tienen.



Y es que sin duda ¡Todos los partidos valen 3 puntos!

jueves, 19 de mayo de 2011

El fracaso de Pau



"El fracaso es una parte de la vida. Me gusta aprender de lo que vivo y emplearlo en el futuro. Esta expereincia me ayudará a crecer. El fracaso me hará mejor. Habiendo vivido este momento aspiro a eso". Son palabras de Pau Gasol en una extensa y sensacional entrevista de Jesús Sánchez (@sanchezmarca) en el diario MARCA.



El ala pívot catalán, que desde su llegada a los Lakers ha jugado tres finales consecutivas y ha ganado dos anillos de campeón de la NBA, vive uno de sus momentos más amargos tras ser el centro de las críticas de la prensa por su bajo rendimiento. El problema es que se ha sumado la prensa rosa de Hollywood inventando falacias sobre su vida privada y su relación sentimental.



Como diría Boza Maljkovic: "Todo lo que no te mata te hace más fuerte". Y en esas está Pau, pieza clave para entender el cambio de una franquicia que luchaba por meterse en playoffs a ganar dos anillos.



Ganador compulsivo y hombre que se mueve por retos, ya tiene uno nuevo entre ceja y ceja: jugar el Europeo de Lituania e intentar ganarlo o quedar segundo ya que es clasificatorio para los Juegos de Londres 2012 y España, tras el batacazo del pasado Mundial (quedó sexta) no tiene plaza.


Pau podría delegar, pero quiere resarcirse. A la larga piensa en el oro olímpico, ese que España rozó en Pekín ante una de las mejores selecciones de EEUU que se recuerda desde 1992 y 1994. Ese oro del que España se quedó a unos pasos, esos pasos de más que cometían en cada jugada los estadounidenses con la permisividad arbitral. Pero eso es otra historia.



El caso es que Pau ha puesto a un lado el drama de caer eliminado en semifinal de conferencia ante el nº3 (arrollado, eso sí) tras tres finales de la NBA seguida. Este batacazo, "una cagada", dice, le ayuda a poner las cosas en perspectiva y a saborear mejor lo logrado los años anteriores.



Muchas veces ese es el problema por la inmediatez en los tiempos que vivimos: no nos paramos a disfrutar de lo conseguido y solamente pensamos en más y más. Coincido con @sanchezmarca, que conoce mejor que nadie a @paugasol: esto le va a hacer más fuerte. Y en el camino, los oportunistas que han sacado la guadaña luego volverán a abrazarle al calor del éxito. Que volverá.



Sí, Pau no ha estado bien en playoffs y hay que criticarle y atribuirle su parte de culpa. Pero todo conviene ponerlo en perspectiva. Al igual que lo sucedido al Real Madrid de baloncesto: tras 15 años de ausencia ha vuelto a jugar la Final Four de la Euroliga y le han pintado la cara. La sensación de satisfacción inicial por el logro conseguido de volver a la élite se ha convertido en sensación de fracaso. Y eso no puede ser.



Desde aquí, #goPau.


@eduardoschell

lunes, 9 de mayo de 2011

El colegial que navegó por el mundo

Michael Perham era un joven de 16 años natural de Herfordshire, Inglaterra, que tenía un sueño. No se trataba de conocer al solista de su grupo favorito, ni salir con la chica más guapa del instituto, ni siquiera ganar con sus amigos un torneo de Warcraft, su sueño era muy singular: convertirse en la persona más joven en dar la vuelta al mundo navegando en solitario sin escalas.

Esto más que un sueño es una odisea titánica. Muchos experimentados marinos han muerto afrontando este reto, no sólo por los grandes adversarios meteorológicos, ni por los traicioneros recovecos que esconden los siete mares, sino por la gran dureza mental de la prueba. De hecho muchos de los navegantes que lo han intentando, murieron no por un naufragio sino arrojándose por la borda.

Todos los referentes de la marina británica desaconsejaron el intento porque se trataba de una prueba extremadamente dura, porque Mike no estaba preparado ya que apenas había navegado en solitario, y porque además el barco estaba muy baqueteado y seguramente no iba a aguantar. Para añadir más tensión y complicar aún más si cabe el viaje, antes de la salida se enteraron que Zac Sunderland, un estadunidense de 16 años comenzaba su propia circunnavegación por el record, lo que convertía la travesía en una carrera contrarreloj.

Sus padres le apoyaron, le buscaron fondos, le financiaron, le animaron y le entrenaron para que pudiera buscar su sueño. Un sueño que le podía costar la vida con poco más de 16 años. ¿Cuántos padres se comportarían así? ¿Fueron irresponsables o inspiradores? ¿Se deben dar alas a los sueños de las personas que dependen de nosotros o hacerles ver que es imposible alcanzarlos?

El 15 de noviembre de 2008, el día de la salda, Mike no podía parar de llorar. Según sus palabras se encontraba sobrecogido y abrumado. Sentía que había olvidado incluso lo más básico y no daba pie con bola para sacar el barco de Portsmouth. El padre al verlo, con una gran templanza le cogió por los hombros y mirándole a los ojos le dijo: “Mike, todo va a ir bien. Cómo estoy aquí no paras de hacerme preguntas de las que conoces la respuesta, pero en cuanto estés sólo sabrás que hacer”. Y con un fuerte abrazo se bajó del barco dejando a su hijo sólo, llorando de miedo, ante la que podría ser la última vez que se veían.

Impresionante. ¡Qué capacidad de confiar y de generar confianza! En nuestras organizaciones muchos directivos son incapaces de delegar nimias tareas sin estar supervisándolas cada diez minutos, y estos padres son capaces de dejar que su hijo viva una aventura que puede acabar con su propia vida con una generosidad y una serenidad increíbles.

La travesía fue de todo menos fácil. El barco, cómo preveían los expertos, no aguantó y se averiaba continuamente, lo que le obligó a renunciar al reto sin paradas, y a buscar el record con escalas. Además a 10 semanas de conseguir su objetivo, Zak Sunderland se convirtió en el más joven en realizar dicha travesía, por lo que si tenía cualquier problema, sería más mayor que Zak al terminar y no podría reclamar el record para el que tan duramente había trabajado.

Tras muchos problemas técnicos, imprevistos, tormentas e incluso un huracán a pocos días del final, olas tan grandes que cubrían el velero, noches sin dormir pensando que el barco se iba a partir, el riesgo de ir sin motor, cientos de vitales decisiones, mucho miedo y más de nueve meses de aventura Mike logró su sueño. A las 9:47 del jueves 27 de agosto de 2009 Michael Perham se convierte en la persona más joven en circunnavegar el mundo en solitario, arrebatándole el record a Zac Sunderland quien ostentó este título tan sólo diez semanas.

Ahora, tras el éxito en su gran aventura, Mike tiene un nuevo reto: ser la persona más joven en dar la vuelta al mundo volando en solitario http://www.challengemike.com/worldflying.htm .

Es inspirador que haya gente valiente, dispuesta a luchar por lograr sus sueños, aunque en el intento les vaya la vida. Pero me parece aun más inspirador que existan personas capaces no sólo de no truncar los sueños de los demás, sino de darles alas. Personas que empujan, que no transmiten sus miedos, que alimentan las ilusiones, que cambian el “no” por el “¿Por qué no?”, y que además lo hacen con generosidad y humildad.

Si en las empresas, en la política y en la sociedad tuviéramos más padres de Michael Perham, que fuesen capaces de sacar lo mejor que llevamos dentro, en lugar de tantos endiosados que sólo buscan salir bien en la foto, otro gallo nos cantaría y seguro seríamos capaces de lograr los grandes retos que tenemos por delante.




















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