jueves, 23 de septiembre de 2010

La figura del capitán

Hacía tiempo que tenía pendiente escribir sobre el libro Capitanes (LID Editorial, 2010), de Luis Villarejo, periodista que fue Jefe de Fútbol en la Agencia EFE, Redactor Jefe de Marca y Adjunto al Director de Comunicación del Real Madrid, además de colaborador en diferentes programas de televisión y radio y columnista de Sportyou.

A Luis, una de las personas de referencia del periodismo deportivo en nuestro país, le conocí personalmente hace un par de meses cuando a ambos nos invitaron antes del Mundial de Sudáfrica al programa Punto de mira –dirigido por Antonio Izquierdo– de Antena 3 Televisión (Canal internacional), para hablar de nuestros respectivos libros –Capitanes y Fútbol: Fenómeno de Fenómenos–, del fenómeno fútbol y de la selección española.

El libro se centra en lo que son los entresijos de la gestión de un vestuario y más concretamente en la figura del capitán como hombre de peso que ejerce de referencia y aglutinador de voluntades. En la obra participan muchos jugadores importantes de este deporte que aportan sus testimonios en primera persona. Entre otros: Cesc Fábregas, Raúl González, Fernando Torres, Diego Forlán, Andoni Zubizarreta, Emilio Butragueño, Michel o Michael Laudrup, entre otros.

El prólogo corre a cargo de Vicente Del Bosque –seleccionador nacional– y de Fernando Hierro –Director Deportivo de la RFEF–. El primero dice: “La gestión de Recursos Humanos es un factor interesante en la dirección de grupos deportivos. En mi caso, doy importancia a la sencillez, a la humildad, al buen ambiente en un vestuario. Este tipo de detalles no garantiza resultados, pero ayuda a la búsqueda del éxito. El premio está más cerca desde una atmósfera limpia que desde una convivencia donde existe un grupo de menor armonía”.

El segundo, por su parte, apunta: “La capitanía en un club de fútbol o en una selección nacional es un orgullo para todo aquel jugador que ha soñado de niño con ser profesional. El fútbol es pasión, es responsabilidad, es solidaridad, aúna voluntades y desde el liderazgo consensuado en un vestuario, los clubes y federaciones progresan en sintonía con el objetivo de cumplir sus retos deportivos y empresariales (…). La puesta en escena de un capitán implica un desgaste enorme: las funciones van desde resolver problemas domésticos dentro del vestuario, abordar situaciones de crisis con los medios de comunicación, ayudar a los más jóvenes, ejercer de psicólogo en algunos momentos, hasta elevar la moral de la plantilla. En mi época, además, vivimos un cambio espectacular en las estructuras del propio fútbol como deporte y como negocio”. Y continúa: “Un capitán representa la imagen de un equipo de jugadores, pero también la de un club o la de una selección. Por eso su papel es esencial. El día que Andoni Zubizarreta me cedió el brazalete de España me dijo: Lo siento mucho, la que te ha caído encima”. El propio Hierro sentencia: “El 80 ó 90% del esfuerzo de un capitán está dirigido a resolver situaciones de crisis”.

Pero el libro no sólo habla de la gestión de recursos humanos dentro del vestuario sino que contiene anécdotas y referencias históricas interesantes. Por ejemplo, una de las que más me ha gustado es que el brazalate es el único elemento del uniforme de la selección española que no lo fabrica la multinacional Adidas. El resto, chándal, camiseta, pantalón, medias, botas, espinilleras, gorros, guantes, calzoncillos, maletas de viaje… lleva el sello Adidas. La cinta que rodea el brazo del capitán se sigue fabricando de forma artesanal y la Federación lo sigue comprando a Deportes Cóndor, una emblemática tienda de deportes situada en la calle Conde de Peñalver 22, en el barrio de Salamanca de Madrid que pertenece a la familia Blas Pardo Ruiz desde que nació hace más de tres cuartos de siglo. Cualquier madrileño conoce esta tienda.

Muchos son los comentarios de los futbolistas que pasean por el libro de Luis Villarejo. Destaco sólo algunos:

– Santiago Cañizares: “Ser capitán tiene dos alegrías. Las mismas que la vida de un barco: el día que lo compras y el día que lo vendes. El primer partido y cuando dejas el brazalete, son los dos únicos momentos interesantes. Yo, al dejarlo, me liberé”.

– Fernando Torres: “Años después, aún guardo en mi móvil los dos mensajes que recibí tras fichar por el Liverpool. Los capitanes Steven Gerrard y Jaime Carragher me daban una cálida bienvenida. En los entrenamientos son siempre los primeros en liderar los ejercicios. Su entusiasmo es contagioso”.

– Cesc Fábregas: “Good morning, skipper [Buenos días, capitán]. Cuando los empleados del Arsenal me saludan así todas las mañanas, aún me da reparo. El Arsenal es un club grande y con historia. Y yo me siento orgulloso de ser parte de ella”.

– Emilio Butragueño: "La primera premisa del fútbol es que no todos los capitanes son líderes, sobre todo cuando es un cargo que se hereda (...). El líder debe pensar que es uno más del grupo. Sin el grupo, él no gana, por eso la humildad y la solidaridad son dos rasgos del líder. Si es egoísta, aunque sólo sea un poco, el grupo lo capta y pierde su jerarquía entre compañeros. La generosidad y el altruismo son fundamentales".

También me ha sorprendido lo que Luis Medina Cantalejo, árbitro español presente en el Mundial de Alemania 2006, dice: "El conocimiento de algo como son las reglas del juego es algo que no se prodiga mucho entre jugadores, entrenadores, y si se me permite, entre periodistas y aficionados".

El libro está formado por 16 capítulos, 2 de los cuales me han gustado especialmente. El primero es el capítulo 6 titulado: El capitán en los despachos. Comunicación con la presidencia; un tema siempre complejo para el capitán que hace de correa de transmisión entre las oficinas y el césped. El segundo es el capítulo 8 titulado: De continente a continente. De Japón al sueño africano. Siempre me ha interesado mucho cómo afectan las diferencias culturales a las relaciones personales (ver post Outliers y el Índice de Distancia al Poder). Es un capítulo el que Xavier Azcargorta habla de su paso por Bolivia, China y Japón, y de cómo la diferente cultura de cada país condiciona, por un lado, la forma de entrenar, y por otro, la forma de elegir al capitán. En las mentalidades latinas y mediterráneas el factor antigüedad pesa mucho mientras que en las anglosajonas son más partidarias del carisma y la personalidad. De ahí que podemos decir que hay capitanes que no son líderes y líderes que no son capitanes.

En definitiva, un libro imprescindible para quien le guste el fútbol y más aún para quienes les guste el balompié y la gestión de personas. El libro recoge lo que no se ve de este deporte a primera vista, lo que no se retransmite por la cámara y que sólo los protagonistas, los futbolistas, viven de primera mano.

Os dejo una pequeña vídeo-entrevista a Luis Villarejo justo después del acto de presentación del libro en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas:
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4 comentarios:

Fernando dijo...

Muy interesante, Paco. Yo creo que el capitán debe ser ejemplar en el esfuerzo, la entrega y la conducta fuera y dentro del campo. Debe ser un referente para sus compañeros, tener legitimidad, y para ello, como he dicho antes, debe ser modélico más allá de lo estrictamente futbolístico.

Un fuerte abrazo

FAH dijo...

@fernando. gracias. tienes que leerlo tú q eres muy futbolero. te va a gustar. hay muchas anécdotas interesantes. El tema interesante es que en España sigue primando la antigüedad (como en otros ámbitos de la empresa) y a veces hay gente más capacitada q no ocupa la capitanía. abrazo.

Unknown dijo...

Qué absurdo que sigamos primando la antigüedad en las organizaciones. Ese viejo sistema de la mili "la veteranía es un grado" llevado al máximo sinsentido posible.

La experiencia hace a los profesionales más eficaces, pero no siempre les proporciona las mejores actitudes, los comportamientos más adecuados y mucho menos la capacidad para liderar un equipo.

Este tipo de políticas llevan a convertir al mejor vendedor, un profesional satisfecho y valorado por la organización, en un mal jefe de equipo, amargado y puesto en entredicho.

FAH dijo...

@Eugenio de Andrés. Muy interesante y muy cierto lo que apuntas. De hecho Chris Argyris denominó a eso "incompetencia cualificada"; como muchos tienen importantes cualidades técnicas pero pocas habilidades directivos. Creo que hay ascensos que no están justificados, aunque también creo en la autorresponsabilidad, uno también debe ser consciente de sus límites, y si está en sus manos, no aceptar cosas que sabe que no pueden ir bien. Abrazo.

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