Según un estudio realizado entre aficionados al fútbol por la FUNDES (Fundación de Estudios Sociológicos), para el 90% de los encuestados el fútbol es un «agente de integración social»; para un 67% «contribuye a la formación de los jóvenes» y para otro 69% «posibilita unir distintas identidades sociales y culturales»..
Sin lugar a dudas, el deporte es una herramienta pedagógica de gran valor. El jugador del Getafe, Fabio Celestini, lo tiene claro: «El fútbol no es solo correr detrás de un balón. Significa mucho más. Es un poco como la propia vida y si consigues desde pequeño inculcar valores participativos, de trabajo en equipo y respeto por las reglas, estás contribuyendo a hacer mejores personas en el futuro».
Desde la FIFA han afirmado en muchas ocasiones que «el fútbol es una escuela de vida con un gran valor educativo, sobre todo para niños y adolescentes, quienes deben aprender a aceptar las derrotas con estilo y dignidad, armonizar en grupo, ser solidarios y alcanzar metas como equipo».
Fue Albert Camus (1913–1960), Premio Nobel de Literatura en 1957, quien afirmó: «Porque después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol». El escritor, en su obra «Lo que le debo al fútbol» dice: «Debuté en 1928 con el club deportivo Montpensier y pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no va siempre de frente».
Sin lugar a dudas, el deporte, en general, y el fútbol, en particular, constituye un instrumento educativo inigualable. Como apunta Jorge Valdano, «el deporte es una escuela de competitividad, de repartición de roles, de aplazamiento de la recompensa, de superación personal, de resolución de conflictos, de trabajo bajo presión. El deporte enseña desde la práctica y por eso resulta tan pedagógico. Tiene la facultad de enseñar sin que el beneficiado sea consciente de ello. Aprendes mientras juegas”.
La importancia del deporte en nuestra sociedad es tal, que en 2004, la Comisión Europea decidió declarar ese año como el «Año Europeo de la Educación a través del Deporte»: «El deporte desarrolla valores como el respeto, la tolerancia, la justicia y el espíritu de equipo y es un magnífico medio para trasladarlos a otras áreas de la vida. Ayuda a eliminar prejuicios y a integrar a las minorías en la sociedad, además de ayudar a luchar contra la violencia». Igualmente, nuestra Carta Magna, en su Capítulo III, «De los principios rectores de la política social y económica», en el artículo 43.3, reconoce expresamente la relevancia social de la práctica deportiva: «Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte».
Por otra parte, no hay que olvidar que los futbolistas se han convertido para niños y adolescentes mayoritariamente, en «modelos de referencia» a los que imitar. Ello les obliga «moralmente» a seguir comportamientos intachables, no sólo dentro del terreno de juego, sino también fuera del mismo. La educación demanda y exige, ante todo, credibilidad; y la credibilidad se construye (o desmorona) con el ejemplo (o contraejemplo). Las palabras están bien, pero lo que realmente seduce son los hechos. Dar discursos es fácil, rubricarlos en acciones es más complicado.
El Papa Juan Pablo II, el 7 de mayo de 2000, en un discurso dirigido a representantes de la UEFA a los que recibió en el Vaticano, expresaba la importancia del fútbol como aglutinador de valores: «En estos momentos, el fútbol se ha convertido en un fenómeno de masas que enfatiza la responsabilidad de aquellos que se ocupan de su organización y promueven la expansión de este deporte tanto a nivel profesional como amateur. Están llamados a no perder nunca de vista las significativas posibilidades educativas que el fútbol puede desarrollar. Por otra parte, los deportistas, especialmente los más famosos, nunca deberían olvidar que se convierten en modelos para el mundo de la juventud. Por ello, es importante que, además de desarrollar sus capacidades deportivas, sean cuidadosos para cultivar esas cualidades humanas y espirituales que harán de ellos auténticos ejemplos positivos ante la opinión pública. Pido que todos los profesionales del mundo del fútbol, desde sus organizadores hasta sus profesionales de la comunicación, unan esfuerzos para asegurar que el fútbol no pierda nunca su genuina característica de actividad deportiva, que no quede sumergida por otras preocupaciones, especialmente las de carácter económico. El Jubileo constituye una oportunidad para que el fútbol se convierta en un motivo auténtico de promoción de la grandeza y de la dignidad del hombre. Por ello, las estructuras que componen la industria del fútbol están llamadas a ser un terreno de auténtica humanidad, en el que los jóvenes sean incitados a aprender los grandes valores de la vida y a difundir las grandes virtudes que constituyen la base de una digna convivencia humana, como la tolerancia, el respeto de la dignidad humana, la paz y la fraternidad».
Los jugadores tienen que tomar conciencia de su repercusión e impacto a todos los niveles y especialmente entre los más jóvenes. En una ocasión, Pelé decía: «Todos los niños del mundo que juegan al fútbol quieren ser como Pelé. Por lo tanto, tengo la responsabilidad de mostrarles no sólo cómo ser un futbolista, sino también un hombre». El africano Roger Milla también manifestaba: «Los futbolistas deben colaborar con los programas de lucha contra el SIDA y contra el analfabetismo, ya que, a diferencia de otros personajes públicos, los niños les escuchan». Y Beckenbauer es de la misma opinión: «Un personaje público no tiene sólo ventajas, también tiene muchos deberes. Tiene la posibilidad de invertir en la causa del fútbol»..
Sin lugar a dudas, el deporte es una herramienta pedagógica de gran valor. El jugador del Getafe, Fabio Celestini, lo tiene claro: «El fútbol no es solo correr detrás de un balón. Significa mucho más. Es un poco como la propia vida y si consigues desde pequeño inculcar valores participativos, de trabajo en equipo y respeto por las reglas, estás contribuyendo a hacer mejores personas en el futuro».
Desde la FIFA han afirmado en muchas ocasiones que «el fútbol es una escuela de vida con un gran valor educativo, sobre todo para niños y adolescentes, quienes deben aprender a aceptar las derrotas con estilo y dignidad, armonizar en grupo, ser solidarios y alcanzar metas como equipo».
Fue Albert Camus (1913–1960), Premio Nobel de Literatura en 1957, quien afirmó: «Porque después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol». El escritor, en su obra «Lo que le debo al fútbol» dice: «Debuté en 1928 con el club deportivo Montpensier y pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no va siempre de frente».
Sin lugar a dudas, el deporte, en general, y el fútbol, en particular, constituye un instrumento educativo inigualable. Como apunta Jorge Valdano, «el deporte es una escuela de competitividad, de repartición de roles, de aplazamiento de la recompensa, de superación personal, de resolución de conflictos, de trabajo bajo presión. El deporte enseña desde la práctica y por eso resulta tan pedagógico. Tiene la facultad de enseñar sin que el beneficiado sea consciente de ello. Aprendes mientras juegas”.
La importancia del deporte en nuestra sociedad es tal, que en 2004, la Comisión Europea decidió declarar ese año como el «Año Europeo de la Educación a través del Deporte»: «El deporte desarrolla valores como el respeto, la tolerancia, la justicia y el espíritu de equipo y es un magnífico medio para trasladarlos a otras áreas de la vida. Ayuda a eliminar prejuicios y a integrar a las minorías en la sociedad, además de ayudar a luchar contra la violencia». Igualmente, nuestra Carta Magna, en su Capítulo III, «De los principios rectores de la política social y económica», en el artículo 43.3, reconoce expresamente la relevancia social de la práctica deportiva: «Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte».
Por otra parte, no hay que olvidar que los futbolistas se han convertido para niños y adolescentes mayoritariamente, en «modelos de referencia» a los que imitar. Ello les obliga «moralmente» a seguir comportamientos intachables, no sólo dentro del terreno de juego, sino también fuera del mismo. La educación demanda y exige, ante todo, credibilidad; y la credibilidad se construye (o desmorona) con el ejemplo (o contraejemplo). Las palabras están bien, pero lo que realmente seduce son los hechos. Dar discursos es fácil, rubricarlos en acciones es más complicado.
El Papa Juan Pablo II, el 7 de mayo de 2000, en un discurso dirigido a representantes de la UEFA a los que recibió en el Vaticano, expresaba la importancia del fútbol como aglutinador de valores: «En estos momentos, el fútbol se ha convertido en un fenómeno de masas que enfatiza la responsabilidad de aquellos que se ocupan de su organización y promueven la expansión de este deporte tanto a nivel profesional como amateur. Están llamados a no perder nunca de vista las significativas posibilidades educativas que el fútbol puede desarrollar. Por otra parte, los deportistas, especialmente los más famosos, nunca deberían olvidar que se convierten en modelos para el mundo de la juventud. Por ello, es importante que, además de desarrollar sus capacidades deportivas, sean cuidadosos para cultivar esas cualidades humanas y espirituales que harán de ellos auténticos ejemplos positivos ante la opinión pública. Pido que todos los profesionales del mundo del fútbol, desde sus organizadores hasta sus profesionales de la comunicación, unan esfuerzos para asegurar que el fútbol no pierda nunca su genuina característica de actividad deportiva, que no quede sumergida por otras preocupaciones, especialmente las de carácter económico. El Jubileo constituye una oportunidad para que el fútbol se convierta en un motivo auténtico de promoción de la grandeza y de la dignidad del hombre. Por ello, las estructuras que componen la industria del fútbol están llamadas a ser un terreno de auténtica humanidad, en el que los jóvenes sean incitados a aprender los grandes valores de la vida y a difundir las grandes virtudes que constituyen la base de una digna convivencia humana, como la tolerancia, el respeto de la dignidad humana, la paz y la fraternidad».
Los jugadores tienen que tomar conciencia de su repercusión e impacto a todos los niveles y especialmente entre los más jóvenes. En una ocasión, Pelé decía: «Todos los niños del mundo que juegan al fútbol quieren ser como Pelé. Por lo tanto, tengo la responsabilidad de mostrarles no sólo cómo ser un futbolista, sino también un hombre». El africano Roger Milla también manifestaba: «Los futbolistas deben colaborar con los programas de lucha contra el SIDA y contra el analfabetismo, ya que, a diferencia de otros personajes públicos, los niños les escuchan». Y Beckenbauer es de la misma opinión: «Un personaje público no tiene sólo ventajas, también tiene muchos deberes. Tiene la posibilidad de invertir en la causa del fútbol»..
4 comentarios:
Tal y como apunta Francisco, el deporte en general y el Fútbol en particular son vehículos formativos de una profundidad incalculable. Quizá aquí el aspecto más novedoso lo constituye su capacidad para crear modelos sociales. Dejando de un lado las implicaciones que los futbolistas tienen en el mundo de la moda, mejor dicho, en el del estilismo, también buena parte de sus comportamientos marcan tendencias, y no sólo en los terrenos de juego, lo que es indudable, sino también fuera de ellos. Sus comportamientos son los referentes para nuestra cultura televisiva, tal como apuntaba Sartori en su Homo Videns, y esa circunstancia, como casi todo en el género humano supone, por una parte una gran responsabilidad, y por otra una oportunidad para la transmisión de valores y de cultura inigualables. Los gestores deben aprovechar este altavoz social para conseguir una mejora sensible y sostenible. Los aficionados, utilizarlo con mesura y conocimiento.
A raíz de lo que bien apunta Ricardo se puede ver la "decepción" que ha causado Michael Phelps (El tiburón de Baltimore) al que han pillado fumando marihuana, con la correspondiente sanción de la Federación por 3 meses. Según este organismo: "Decidimos enviar un mensaje claro a Michael (Phelps), pues él ha decepcionado a mucha gente, particularmente a los cientos de miles de niños que están afiliados a la federación y que lo miran como un modelo a seguir y un héroe".
Sin lugar a dudas los deportistas son modelos de referencia para muchas personas, principalmente niños y los jóvenes. En España tenemos muchos referentes en diversas disciplinas deportivas: Nadal, Pau y el resto de ÑBA, Fernando Alonso, Carlos Sainz, motoristas, jugadores de golf, ciclistas y un largo etcétera. Pero son los futbolistas los que más pasiones levantan. Todos los deportistas de alto nivel son excelentes atletas, incluidos los jugadores profesionales de fútbol: la rapidez, el valor, la agilidad o la resistencia física son sus activos y los fomentan con disciplina y esfuerzo. Ahora bien, si lo que llega al lector, al oyente o al espectador televisivo son noticias referentes a novias, deslices, coches deportivos multimillonarios o excesos de cualquier índole ¿qué modelo se está ofreciendo? Creo que los deportistas deben ser responsables y tener conciencia de que sus actos son ejemplo para muchos, aunque ellos legítimamente afirmen que sólo son deportistas. Pero creo también en la responsabilidad colectiva y en la necesidad de divulgar los valores latentes en el deporte, que forman parte de su día a día más que cualquier anécdota puntual.
Nota: El pasillo del F.C. Barcelona al Real Madrid de la temporada pasada fue un ejercicio de caballerosidad y deportividad de unos deportivas hacia otros, sus rivales. Desde muchos frentes se escucharon palabras como humillación, pero no de la boca de ningún futbolista.
Hola a todos y enhorabuena por el sitio.
Mucho he reflexionado sobre el tema en cuestión y me parece de vital importancia que ese "hombre masa" que sigue a pies juntillas los valores y modelos propugnados por los deportistas de élite, conozca que es lo que hay detrás. O mejor dicho, que es lo que viene después.
Aquellos deportistas que sirven de inspiración a jóvenes y no tan jóvenes terminan pronto sus carreras deportivas, y muchas veces el gran público no sabe que hacen de su vidas una vez se apagan los focos y desaparecen los micrófonos. Es decir, quién habrá sabido gestionar el éxito para construir su futuro.
Se me ocurren casos de brillantes deportistas, tristemente arruinados o acabados por las drogas. Toda esta gente, sea cuál sea el volumen de sus carteras recibe un golpe de realidad en el momento de su retirada. La capacidad para encajar ese "trompazo" de vida real da validez al modelo de deportista y persona que haya encarnado.
De ahí la importancia del. "Y ahora ¿qué?
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