jueves, 15 de octubre de 2009

Sindelar: Jugar o no jugar


Tras algunos meses de calma, la zozobra ha vuelto a rodear a la Selección Española de Fútbol. Parece que algunos jugadores han abandonado la concentración antes del último e intrascendente partido de clasificación para el Mundial de Suráfrica 2010. Y, atendiendo a las informaciones de diversos medios, llueve sobre mojado.

Esta circunstancia me ha hecho recordar otros tiempos y otras circunstancias que abordé hace ya algunos años (en la Revista Mediapunta), y que reproduzco aquí con el ánimo de que ésta sirva de reflexión al lector sobre los temas clásicos de los valores y el compromiso.

Hubo una época lejana en el que saltar al campo o no hacerlo podía determinar el destino de los jugadores. Y nada tenía que ver con las primas, ni los regímenes internos o la comodidad. Se trataba del honor y la rectitud, la verdad y la valentía.

La Europa de entreguerras poco tenía que ver con el estado del bienestar. En la depauperada Austria de la época, rota por la desmembración nacional, el desempleo y las deudas de guerra, surgió el que, para muchos, ha sido el mayor talento futbolístico de centroeuropa: Matthias Sindelar, “el Mozart del fútbol”. Se trataba de un delantero centro ligero e inteligente y dotado de una exquisita calidad. Ésta le permitía, en aquel fútbol dominado por el WM, participar de la distribución del mediocampo, abandonando su posición de ariete para propiciar llegadas de los centrocampistas. El juego raso de pases cortos que ideó Hugo Misl para Sindelar, Horvath y Viertl, entre otros, es considerado precedente de la selección de los “Mágicos Magiares” de los cincuenta y del fútbol total de la “Naranja Mecánica” de Rinus Michels en los setenta.
Nacido en el seno de una familia de escasos recursos, el conocido como “hombre de papel”, quedó huérfano de padre, como tantos otros entonces, a la edad de catorce años. En la dura postguerra, Sindelar desempeñó diversos oficios compaginando su quehacer con los partidos jugados en el equipo aficionado del Hertha de Viena. Todo empezó a cambiar cuando en 1924 fue fichado por el Austria Viena. Algún tiempo después debutó con su selección contra Suiza anotando un gol. Ya en la década de los treinta, la concentración de grandes jugadores austriacos condujo a la formación del Wunderteam (equipo maravilloso). No obstante, la ausencia del fútbol en la cita olímpica de 1932, la derrota en semifinales contra los anfitriones en Italia 1934 y la nueva derrota contra Italia, esta vez en la final de Berlín 1936, privaron a Austria de un mayor reconocimiento internacional. Esta es, hasta donde hemos contado, una historia relativamente común. Sin embargo, el destino reservaba a Sindelar un fin singular y trágico.
La pujanza económica y política de la Alemania de Hitler, unida a la crisis económica austriaca y a la connivencia de la mayor parte de la sociedad determinaron la anexión de Austria en 1938. Sólo 20 días después de la entrada de Hitler en Viena, se jugó el último partido internacional de aquella gran Austria. Los nuevos dirigentes organizaron un partido amistoso entre Alemania y el Wunderteam. El partido no trascurrió de la forma que se había previsto, y Alemania perdió 2-0. Sindelar marcó un gol y celebró el triunfo de forma “excesivamente” llamativa. Sólo una semana después, más del 99% de los austriacos ratificaron en referéndum la anexión austriaca a Alemania.
El Mundial de Francia 1938 de ese verano, era un objetivo prioritario para el ministro de propaganda alemán Joseph Goebbels. La selección resultante de la fusión de la capacidad física alemana y la calidad de la escuela del Danubio debía ser todopoderosa. Sindelar sería necesariamente su delantero centro. Pero se negó a jugar defendiendo la camiseta alemana. Alemania, abucheada en masa por el público francés, cayó de forma sorprendente en primera ronda frente a Suiza por 4 goles a 2, después de ir ganando por dos tantos de diferencia.
El Enero del año siguiente, el cadáver de Sindelar fue encontrado en su piso vienés. Las circunstancias que rodearon su muerte nunca fueron totalmente aclaradas, a pesar de que los informes policiales establecieron la causa del fallecimiento en la deficiente combustión de una estufa. Sin embargo, la estufa no presentaba defectos aparentes y en la habitación no se percibía olor a gas. Se especuló con el suicidio inducido por la situación del país, por motivos amorosos, la acción directa de los nazis que le acosaban… Ocho meses después, la Wechmart invadía Polonia iniciándose así a la Segunda Guerra Mundial.

4 comentarios:

Jacinto dijo...

Ricardo enhorabuena por el post. Tu visión histórica, del Futbol y de la sociedad, me parece muy interesante.
Creo que los que hacéis este blog formáis un equilibrio muy atractivo de visiones y pintos de vista.

Felicitaciones a todos, y en especial hoy a Ricardo

FAH dijo...

Felicidades por el post, Ricardo. En el libro "Fútbol: Fenómeno de Fenómenos (www.fenomenodefenomenos.com) hablo de Sindelar. Es una historia bonita, "romántica" para los austriacos, demostración de orgullo nacional. Todavía hoy los dirigentes del Austria de Viena acuden cada año a visitar su tumba coincidiendo con el día de su fallecimiento. También en la capital austriaca existe una calle –la Sindelarstrasse– dedicada al futbolista. Y otras muchas historias interesantes en torno a esta figura.

salu2.

Carlos Esteve Rozas dijo...

QUé gran post. Felicidades

Ricardo Colomo-Palacios dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.
@Jacinto, el cocktail de experiencias se lo debemos a Eugenio, "Barman" de este Blog.
@Francisco. Sí, leí en tu libro un apartado muy bien documentado sobre "El hombre de Papel". Abundando en el tema, es curioso que cada vez que conozco a un austriaco (que le guste el fútbol de verdad) le pregunto por el Wunderteam... y acabamos hablando de Sindelar. Y sus aportaciones me ofrecen aún más datos sobre su figura... El fútbol acerca a las personas (si ellas quieren).
@Carlos. Gracias de nuevo...

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