jueves, 19 de marzo de 2009

Nunca caminarás sólo

Hace poco más de una semana pude asistir al partido de Champions League entre el Liverpool y el Real Madrid que se disputó en el estadio de Anfiel Road y que será derribado en no mucho tiempo. A pesar del resultado (4–0 a favor de los reds) el espectáculo fue realmente sorprendente. Además, fue un encuentro histórico porque era la primera vez que el club merengue pisaba el césped del estadio inglés.

En Inglaterra, cuna del fútbol moderno, el balompié también tiene un significado especial. Algunos afirman que para los ingleses “el fútbol es la medida de todas las cosas”. Según un estudio publicado en “The Economist” con el título “Imperial Amnesia” (Amnesia Imperial) para los jóvenes británicos “la razón citada más a menudo para sentirse orgulloso de ser británico era la habilidad nacional para el fútbol y no el recuerdo de un gran imperio u otras razones”.

El fútbol constituye uno de los pilares fundamentales de la cultura británica y sus estadios registran a menudo un lleno casi absoluto. El porcentaje de asistencia a los estadios de la Premier League ronda el 95%, veinte puntos porcentuales por encima de la asistencia a los campos de la Liga española.

Dentro de la hinchada inglesa, la afición del Liverpool es una de las más incondicionales. El vínculo entre el club de fútbol y la ciudad viene de largo. Asentada en el noroeste de Inglaterra, la ciudad de la música y el fútbol fue un gran puerto marítimo durante la expansión comercial del Imperio Británico en los siglos XVIIII y XIX. Ya en el siglo XX, continuó siendo una ciudad obrera dependiente económicamente de su actividad portuaria que debido a la ralentización económica supuso la quiebra a muchos astilleros que dejaron en paro a muchas personas.

El fútbol se convirtió entonces en el medio donde encontrar la identidad propia y en el símbolo de una reivindicación permanente: “El fútbol es como una metáfora de lo social y lo político en una ciudad marcada por hitos únicos e improbables”. En aquella época llegó al club una de las figuras legendarias en la historia del equipo, el escocés Bill Shankly, que permaneció en el Livepool desde 1959 a 1974, e inauguró su recital de frases antológicas con ésta: “No es casual que vistamos de rojo”; y una manera de entender el fútbol que definió la filosofía del club: “Jugamos para la gente y para su felicidad”. Jugar en el Liverpool, dicen, “es lo más parecido a jugar por una causa”. Joe Fagan, al frente del equipo entre 1983 y 1985, también es recordado por sus constantes referencias a la afición. Las últimas palabras que Fagan decía a sus jugadores antes de saltar al terreno de juego eran: “Podemos ganar, empatar o perder, pero no olviden nunca a la gente que está ahí fuera y nos debemos a ella”.

Las muestras de lealtad de la afición a su equipo llegaron a un punto en que, como decía Michael Robinson, ex jugador de los reds, “no se sabía muy bien quién era el protagonista, si el público o el equipo en aquella loca armonía”. Robinson decidió ser futbolista con 6 años cuando acudió por primera vez a Anfield a ver un partido y quedó prendado por el espíritu que se respiraba: “¡Ni siquiera habían salido a jugar! Con el ambiente tuve bastante para enamorarme de ese club; pensaba, deben ser dioses los que saldrán”.

Antes de comenzar los partidos, “The Kop", como se conoce al fondo donde están los seguidores de los reds, entonan su himno oficial, el “You´ll never walk alone” (Nunca caminarás sólo). Es impresionante el ruido que son capaces de armar. De hecho, para quien no lo sepa, tienen el recórd Guiness de la afición más ruidosa del mundo, galardón que alcanzó el 26 de febrero de 2005 en la final de la Copa de la Liga inglesa disputada en Cardiff (Gales) contra el Chelsea. El nivel de ruido máximo se alcanzó en el primer minuto de juego del partido cuando el noruego del Liverpool, John Arne Riise, marcó el 1–0. En ese momento, la hinchada roja llegó a gritar con una fuerza de 130.7 decibelios, dos por encima del anterior récord fijado en octubre de 2005 por los aficionados de los Denver Broncos de la NFL de Estados Unidos, quienes ostentaban el galardón desde octubre de 2000.

El “You’ll Never Walk Alone” es una canción compuesta por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II para su musical “Carrusel” de 1945. En el espectáculo original para Broadway fue interpretada por Christine Johnson y también (al final de la trama) por Jan Clayton y un coro. En la película posterior, el tema era interpretado por Claramae Turner (aunque una ahogada por las lágrimas Shirley Jones intenta cantarla primero, pero no puede), y más tarde repetida por la señora Jones y un coro.

En el musical, la canción es interpretada tras la muerte del líder Billy Bigelow, para dar ánimos a Julie Jordan, embarazada y con un niño en ese momento, y repetida en la escena final para animar la ceremonia de graduación en la que Louise (hija de ambos) es partícipe. Como resultado, a día de hoy es muy común que este tema se interprete en esta clase de ceremonias en los Estados Unidos.

La popularidad de esta canción, comenzó ya durante la temporada inicial de esta producción en Broadway que coincidía con la II Guerra Mundial, ya que muchos de los asistentes a la representación tenían maridos, hermanos, novios o prometidos sirviendo en el ejército. El público encontraba consuelo en el mensaje de la canción que transmite un mensaje de esperanza indicando que siempre existe un guía y un amigo con el que podremos contar.

La canción fue interpretada posteriormente por muchos artistas: Frank Sinatra (en 1945), Patti LaBelle and the BlueBelles (1964), Elvis Presley (1968) o Lee Towers (1976). En Inglaterra, la versión más famosa la realizó en 1960 un grupo del barrio de Merseybeat (Liverpool) llamado Gerry & the Pacemakers, quienes alcanzaron con ella el nº1 en las listas británicas y que pasó a convertirse en el himno del club inglés.

Pero, ¿cuál fue la causa real que motivo la decisión de los hinchas de incorporar un día la canción?

Parece ser que durante varios partidos seguidos por la megafonía de Anfield Road sonaba esta canción antes de los partidos. Un día, por circunstancias que se desconocen, no sonó el disco, y entonces “The Kop” comenzó a cantarla incluyéndola rápidamente en su repertorio.

Dejo la letra y también la música. Sin dudas, impresiona, tanto la melodía como el contenido:

When you walk through a storm / Cuando camines atravesando una tormenta
Hold your head up high / Mantén bien alta la cabeza
And don’t be afraid of the dark / Y no te preocupes por la oscuridad
At the end of a storm / Al final de la tormenta
There’s a golden sky / Hay un cielo dorado
And the sweet silver song of a lark / Y el dulce y argentino canto de una alondra

Walk on through the wind, Walk on through the rain / Camina a través del viento, camina a través de la lluvia
Though your dreams be tossed and blown / Aunque tus sueños se vean sacudidos y golpeados
Walk on, walk on, with hope in your heart / Sigue caminando, sigue caminando, con esperanza en el corazónAnd you’ll never walk alone... / Y jamás caminarás solo...You’ll never walk alone / Nunca caminarás solo.
Walk on, walk on, with hope in your heart / Sigue caminando, sigue caminando, con esperanza en el corazónAnd you’ll never walk alone... / Y jamás caminarás solo….You’ll never walk alone / Nunca caminarás solo.

4 comentarios:

Jorge-George Olmos dijo...

Eso es lo que sentimos tambien muchos españoles que estamos siguiendo a los Reds
http://atletico-liverpool.blogspot.com/

juan dijo...

El "nunca caminarás solo" es un estilo de vida para todos los hinchas del Liverpool y representa todos los valores que conforman la expresión "hacer equipo" y que tiene por consecuencia que el proceso prime sobre los resultados. Podemos perder un partido, pero habremos disfrutado del camino recorrido por la forma de recorrerlo.

FAH dijo...

totalmente de acuerdo con Jorge-George y Juan LFC... es lo bonito la fusión de la afición y equipo. Es una filosofía de vida como dices. salu2.

Anónimo dijo...

¿y por qué hay tantas aficiones que no sólo no empujan a su equipo sino muchas veces todo lo contrario? Por ejemplo el Bernabéu y el miedo escénico que provoca, no al contrario, sino a los suyos como Emmerson o Drendhe...

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